por: Santos SilverioLa salud es un tema que nos concierne a los humanos, y es tanto así, que sin ella la vida sobre el planeta se aboca a una catástrofe de proporciones alarmantes, por no decir a la desaparición del reino animal y vegetal. La salud es el reconstituyente que da fuerza y vigor a la vida de todo ser viviente.
¿Quién no ha visto a mujeres y hombres robustos y sanos caer desfallecidos por una simple afección gripal; y a grandes y frondosos árboles yacer con las hojas mustia a causa de cualquier enfermedad por ínfima que sea? Es que en definitiva, la salud juega un papel preponderante en todo lo concerniente a género humano y vegetal, y cuidado si hasta mineral.
Pero siendo esta una cuestión de tanta envergadura, en cuya responsabilidad descansa el porvenir de la humanidad, cabe preguntar: ¿es la salud un tema de debate continuo en los medios de comunicación? Otra pregunta obligada ¿hacen los gobiernos todo lo posible para que el sector salud se encuentre entre las principales prioridades de las naciones?
Es para alarmarse, que siendo la salud la columna vertebral de la humanidad, dado el importante rol que juega en su devenir, ésta se encuentra relegada a un distante plano, muy especialmente en los países tercermundistas, pues los gobiernos solo dedican un pírrico porcentaje del presupuesto nacional de cada nación a este tan importante sector.
Un botón de muestra del descalabro que ostenta la salud en nuestros pueblos de la América mulata, lo constituyen los Hospitales, muy especialmente los de República Dominicana, donde escasean los materiales más elementales para el buen desempeño que deben tener esos centros de salud pública, y por consiguiente la tasa de mortalidad es desconcertante.
Las cifras de mortalidad en República Dominicana, de acuerdo a la (OPS) son realmente escalofriantes: la tasa bruta de mortalidad estimada del 2000-2005 es de 5,8 por 1,000 habitantes; se considera un subregistro para la mortalidad en el país de 51,7%.
Las defunciones registradas en el 2001 certificadas por médico correspondieron a 81,7%. Para el 2001, la mortalidad proporcional registrada en el grupo de 1 a 4 años fue 1,6%, de 5 a 14 años, 1,6%, de 15 a 49 años, 20,6%, de 50 a 64 años, 19,7%, y de 65 años y más, 44,6%.
Estos otros datos corroboran con lo antes expuesto: la tasa de mortalidad infantil estimada par el período 1997-2002 fue de 31 por 1.000 nacidos vivos. Mostrando un descenso progresivo desde los quinquenios anteriores a partir del año 1987.
Este descenso progresivo se ha debido a la reducción en mas de la mitad de la mortalidad post neonatal, la mortalidad neonatal no ha mostrado cambios en la ultima década debido fundamentalmente a problemas en la calidad de la atención.
El subregistro de muertes en menores de 1 año determinado por un estudio realizado en el 1999 fue de 66%. En el 2001, las causas principales de muerte infantil estuvieron dadas por las condiciones originadas en el período peri natal que representaron el 65,4%, las enfermedades transmisibles el 12,9%, y la diarrea aguda el 5,6%.
En definitiva, la salud es primordial para la supervivencia del plantea, por lo tanto debe haber un mejor empeño de parte de las autoridades que rigen las naciones, para bien de nuestros empobrecidos pueblos.
¿Quién no ha visto a mujeres y hombres robustos y sanos caer desfallecidos por una simple afección gripal; y a grandes y frondosos árboles yacer con las hojas mustia a causa de cualquier enfermedad por ínfima que sea? Es que en definitiva, la salud juega un papel preponderante en todo lo concerniente a género humano y vegetal, y cuidado si hasta mineral.
Pero siendo esta una cuestión de tanta envergadura, en cuya responsabilidad descansa el porvenir de la humanidad, cabe preguntar: ¿es la salud un tema de debate continuo en los medios de comunicación? Otra pregunta obligada ¿hacen los gobiernos todo lo posible para que el sector salud se encuentre entre las principales prioridades de las naciones?
Es para alarmarse, que siendo la salud la columna vertebral de la humanidad, dado el importante rol que juega en su devenir, ésta se encuentra relegada a un distante plano, muy especialmente en los países tercermundistas, pues los gobiernos solo dedican un pírrico porcentaje del presupuesto nacional de cada nación a este tan importante sector.
Un botón de muestra del descalabro que ostenta la salud en nuestros pueblos de la América mulata, lo constituyen los Hospitales, muy especialmente los de República Dominicana, donde escasean los materiales más elementales para el buen desempeño que deben tener esos centros de salud pública, y por consiguiente la tasa de mortalidad es desconcertante.
Las cifras de mortalidad en República Dominicana, de acuerdo a la (OPS) son realmente escalofriantes: la tasa bruta de mortalidad estimada del 2000-2005 es de 5,8 por 1,000 habitantes; se considera un subregistro para la mortalidad en el país de 51,7%.
Las defunciones registradas en el 2001 certificadas por médico correspondieron a 81,7%. Para el 2001, la mortalidad proporcional registrada en el grupo de 1 a 4 años fue 1,6%, de 5 a 14 años, 1,6%, de 15 a 49 años, 20,6%, de 50 a 64 años, 19,7%, y de 65 años y más, 44,6%.
Estos otros datos corroboran con lo antes expuesto: la tasa de mortalidad infantil estimada par el período 1997-2002 fue de 31 por 1.000 nacidos vivos. Mostrando un descenso progresivo desde los quinquenios anteriores a partir del año 1987.
Este descenso progresivo se ha debido a la reducción en mas de la mitad de la mortalidad post neonatal, la mortalidad neonatal no ha mostrado cambios en la ultima década debido fundamentalmente a problemas en la calidad de la atención.
El subregistro de muertes en menores de 1 año determinado por un estudio realizado en el 1999 fue de 66%. En el 2001, las causas principales de muerte infantil estuvieron dadas por las condiciones originadas en el período peri natal que representaron el 65,4%, las enfermedades transmisibles el 12,9%, y la diarrea aguda el 5,6%.
En definitiva, la salud es primordial para la supervivencia del plantea, por lo tanto debe haber un mejor empeño de parte de las autoridades que rigen las naciones, para bien de nuestros empobrecidos pueblos.
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